El nicho me visita con su collar de navajas,
con su aroma sugestivo.
Busca afectos en los rostros de concreto
que pululan en mi villa.
Tal vez se viste de satín.
O flota como pluma.
Lo cierto es que su rumbo traza con astucia,
apresando cándidos que ignoraron
el color de la luna.
Ya es hora de retornar
a rescatar mis papiros,
a tabicar mi morada,
a desterrar mí reseña.
O tal vez a refrendar el ceño fútil,
del rostro que me fatiga...
PUERTAS
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Como las orquídeas noctámbulas,
las puertas tienen la mala costumbre
de estar cerradas a la luz del sol,
pero esa es solo una circunstancia aparente, hijo...
Hace 6 años
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