En la punta de tu pliegue
deslizas tus ardores,
la mórbida espera
nutre tu blasfemia,
subyuga tu regazo,
escupe la impaciencia.
Tus lóbregas codicias
seducen mil amores,
con ellas te coronas
de mi atávica impudicia.
Entonces,
Vulnero tus demandas,
derramando mi opulencia
en vandálicos asaltos,
destrozo la mañana,
regalando los sabores
de tu íntimo arrebato.
¡Serás mía!
Mientras tu nombre ronque,
mientras la fiebre se agolpe,
mientras se funda el trance
donde tus honores
ya son parte de mis dotes...
Aún teniendo diferencias muy grandes con el señor Bergoglio, le digo: este
es el camino, enhorabuena
-
Rafael Teicher
Hace 2 días
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