Ávido por tu talle
incinero la noche.
Los trechos pululan,
flotan en olas de esperma.
Lava impúdica
cela tu esqueleto.
Te comprime,
recorre tus ardores,
te crapula,
te jadea,
te humedece.
El recato huyó.
Cuando tu piel
calcinó el recreo,
con rasguños
de tu pubis,
con cebos que
cuelgan insaciables.
La condena no espera.
Febril de deseos,
vaga,
fragmenta,
sublima.
Es momento de romper
el mito...
Aún teniendo diferencias muy grandes con el señor Bergoglio, le digo: este
es el camino, enhorabuena
-
Rafael Teicher
Hace 3 días
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