martes, 10 de noviembre de 2009

Ella

Ella está llorando
con lágrimas salinas,
solloza por la espera,
demanda su partida.

Ella está flotando
en una barca a la deriva,
como flotan los corales
cuando rozan sus pupilas.

Ella está danzando
una estrofa azucarada,
va dibujando sonriente,
va pregonando una balada.

Ella está en el centro
y también a la deriva,
no tiene rumbo fijo,
pero habita en la esquina.

Ella está presente,
ella está lejana,
ella está en mi mente,
ella es soberana.

Ya anuncia su llegada,
viene en busca de su cetro,
ella sabe de realeza,
ella sabe de mi imperio

Por tu mirada

Sabes,
el otro día me perdí en tu mirada,

no supe de fortunas,
ni de barcas, ni de nada,

solo me perdí en tu mirada,

como se pierde la luna
cuando abriga el alba,

me perdí sin morada,
en las dulces comisuras
que decoran tus pestañas,

me perdí sin retorno
a la vera de tu retina
que dibuja mis mapas,

me perdí una y mil veces,
me fugué a tus ramas,
me envolví en tus sentidos
mientras tus ojos me buscaban.

Sabes,
el otro día me perdí en tu mirada,
y sabes,

no hay en el mundo
otras pupilas,

por las que mi imperio
abdicara...

Mi pampa

Los océanos de arena
fluyen en caudales de sal.

Van cavando surcos,
tapizando siglos,
condenando al sol.

Galopan en monturas de polvo.

Viajan inclementes
coloreando los papiros.

De día amarillos,
atardecen naranjas,
rubíes,
granates,
y de noche incoloros.

Y cuando emergen,
relatan historias acuosas,
sueñan con el mar.

Se bañan en costras olvidadas.

Aquí la lluvia abandonó su herencia,
la empeñó al horizonte,
donde la luna es pasajera,
donde el viento hierve
recuerdos de la nada.

Y verás,
si tus ojos las alcanzan,
como a lo lejos los cerros
copulan con las nubes.

Verás el silencio
dibujando la pampa,
los rostros enterrados,
danzando al compás
de las dunas...

Ensueño de mi yermo

El páramo lanzó su llanto
aquel día de abril
cuando las cenizas
flotaron sin descanso.

Me dicen que fue un sueño

yo culpo a la utopía.

El páramo sigue llorando

con lágrimas azucaradas
y aunque roce su dulzura
sigue y sigue gimoteando.

Creo que fue un mal sueño

aunque aquel día no dormí.

Y él

con sus alas extendidas
voló hacia el ocaso
mas allá de las cimas.

Yo creo en ese sueño


¡Ay páramo afligido!,


No llores en mi regazo

ya despierto presuroso
carraspeando los ronquidos...

Amén del partisano

En acuosas borrascas,
mi destierro navega
por fronteras sin esqueleto.

Colindo al oriente,
donde el río dibuja espejos,
y la lluvia plagia lamentos.

Triunfos me apellidan,
sables me hostilizan,
la esquina se aproxima.

Destroné a los ciclos,
retorné con los astros,
me apreso el colgajo.

Soy cancerbero azulado,
los séquitos paganos
me honran con su imprudencia.

Tal vez mi pluma se agote,
o mi masa se mude.

Mas espero al mármol ventoso,
y el sur será mi destino.

Tedeúm a mi venida

Agoreros raudales
van imprimiendo mis huellas.

El sur fue una ventolera donde quedó mi estampa,
arrolló mis comisuras
con cebos de hojarascas.

Quise alcanzar la llanura,
sumido en galeras de listón
puse el decoro a la deriva.

Las memorias sin tiempo fueron testigos de mi
siembra,
madrigal de mi quinta,
aposento de mi dicha.

Hoy yacen a lo lejos -el sol no perdonó la ofensaolvidaron
sus dádivas,
veneraron otras providencias.

Vengo ahora a buscar mi designio
con dos lunas de porcelana
y un sombrero ficticio.

Vengo a buscar mi nombre,
a confinar penurias
vengo a sembrar mis huertos
vengo a aflorar novicio

¡Vengo! Sólo vengo.

Diodóro en el proscenio

Acto I (El Encuentro)

Mangos de franela deslizan
desde el tórrido fortín,
a lo lejos,
creman las miradas
entre indolencias,
así migran,
retornan a su guarida.

El viento del oeste
encauzó mi periplo,
mares azafranados
volcaron la refriega,
mi hogar,
mi templo,
mi condena,
yace al otro costado
de la cimas...

Acto II (La sorpresa)

Ladrillos de estacas
pululan entre el barro,
fue la tapia
vestigio de felonías,
el corpúsculos viscosos
luce jirones de molleras,
un minuto,
tal vez un instante,
valió el colmillo de acero
pregonado en la remesa,
aquella horda de infieles
clamara en las noches,
volarán sus sustentos,
cobijarán su desdicha.

Acto III (La furia)

Soy Diodoro como el de Agiria,
zarpo en vientres de arrebato,
nací un día de bruma
cuando las aguas
danzaron sobre el éter,
y las olas surcaron
sin remolinos.
Me agasajó el acero,
me cultivó la maleza,
me domó el menesteroso,
mi destino fue la comarca,
y sus proclamas rugen
la vendetta de sus restos.

Acto IV (La previa)

Al sur mi cansancio transita,
el asalto espera su turno,
el miedo surca en telones,
aquí,
frente al delirio,
descansa mi tortura,
tabica mi designio.

Solo un jilguero modula
el tenue fulgor de vida,
la negrura carcome
los cebos del silencio,
más espero,
acurruco,
atesoro,
la gelidez del lucero,
la previa de la justa.

Acto V (La Cruzada)

Frente a mi última contienda,
se esparcen los bramidos,
el oriente acuñó
morrales de vehemencia,
lo quise
por un instante,
en un suspiro
me acongoja la arena,
de mis dedos
llueven cristales rojos,
al acto escribe,
la sentencia emerge,
las almas ya están en regazo,
y en mis pupilas
se refleja un rió de masas,
esperando mi desplome.

Acto VI (La Despedida)

El letargo guió mi butaca
cuando la venganza
fue concebida,
mas mi marcha es la dote,
y de un rincón del cielo
las coronas tornan grises,
mi tiempo se acaba,
lo veo en la cobija,
lo siento en mi alas,
lo sustancia la guarida.

¡Oh Diodoro!

dónde te has perdido,
quién acalló tu trinchera,
quién dibujó tu congoja,
quién levantó tu vuelo,
quién fundió tu acero,
quién nos legó la desdicha.

Acto VII (La Leyenda)

Amén recitamos
los testigos de tu infierno,
ya el relámpago tronó
en nuestra loza,
y el canto de la alborada
flota en la silueta,
entre llamaradas,
zarpando en mitos,
despidiendo los silencios,
de éste partisano,
que ya
es eterno.

Requiém del enemigo

Ya mis cenizas postran al olvido.

El viento me exhala venturas,
pues mi cuerpo viaja sin licencia.

La última frontera que destroné
se levanta honrosa al ver mi espuma,
que zarpa en mares de rubíes,
bañada en ofrendas de mis adversarios.

¿Alguien se queda en este camino?,
pues el ancla de corales aún tiene espacio.

¡Únete a mi periplo!
tal vez tu morada encuentres.

Y danzando al tenor de un péndulo,
otearemos la mirada perenne
de quien en amparos nos sedujo.

Sí, será una andanza de mieses,
recolectaremos amores en la ruta
y quizás más de algún buen vino.

Llevaré dávidas por doquier,
pues con bemoles dibujarán mi réquiem,
ya que de dulce sembré el destino.

Sí, mi enemigo tendrá la butaca delantera
y los cristales serán de perlas.

Desfilaremos raudos por las pupilas
de todos nuestros recuerdos,
quizá encontremos el desierto,
o una estación sin domicilio.

Pero al final,
como un cantero de lunas,

nos encontraremos en el mismo camino..
.

Mujer

Ávido por tu talle
incinero la noche.

Los trechos pululan,
flotan en olas de esperma.

Lava impúdica
cela tu esqueleto.

Te comprime,
recorre tus ardores,
te crapula,
te jadea,
te humedece.

El recato huyó.

Cuando tu piel
calcinó el recreo,
con rasguños
de tu pubis,
con cebos que
cuelgan insaciables.

La condena no espera.

Febril de deseos,
vaga,
fragmenta,
sublima.

Es momento de romper
el mito...

Delírica impudicia

En la punta de tu pliegue
deslizas tus ardores,
la mórbida espera
nutre tu blasfemia,
subyuga tu regazo,
escupe la impaciencia.

Tus lóbregas codicias
seducen mil amores,
con ellas te coronas
de mi atávica impudicia.

Entonces,

Vulnero tus demandas,
derramando mi opulencia
en vandálicos asaltos,
destrozo la mañana,
regalando los sabores
de tu íntimo arrebato.

¡Serás mía!

Mientras tu nombre ronque,
mientras la fiebre se agolpe,
mientras se funda el trance
donde tus honores
ya son parte de mis dotes...

Regalando tu poesía

Para regalarte una poesía
donde te diga la verdad,
solo debo catar
el dulce sosiego
de tus ojos a la mar.

Y si por osadía
tu rostro puedo atisbar,
me embriagaré
en la insolente arquitectura,
de tu belleza sin igual.

Una y mil veces,
o tal vez un poco más,
tus labios
me deliran
en un sueño sin final.

Deseos liberados

Sueños tórridos.

Tu figura imposible
invade delirante.

Las pupilas azafranadas
son de ira,
cuelgan cebos,
acometen furias.

Sudores gatean mi tapia,
tiznan las ansias,
crápula la noche,
la contienda clama,
las visas son las dotes.

Pecado bursátil

Pecado es un bien capital,
mi madre nunca lo dijo,
una noche de otoño
algo quiso anunciar.

¡El pecado es no amar!
Lección inconclusa...

¡Pecado como bien capital!
Debí ser accionista...

Instantes de adulterio

Manos sudorosas claman ansias,
la carne reclama pedazos de siluetas.

Un rumor mudo
grita su obsesión,
la noche visa el deseo,
el fin encalla de prisa,

la hora se aproxima -es necesariolas
pupilas lo delatan,
las fragancias lo requieren,

el peligro no esperaba.

Una vez,
quizá un segundo,
una jornada,
y cuando el alba asome,
mi memoria quedara suprimida.

Dueles

Mis versos dibujan la noche.

Son sonetos que lejanos van surcando la bruma,
trémulos pues tu nombre palpita.

Me irradian recuerdos de guirnaldas,
como si todos los instantes danzaran a los pies de
una golondrina.

Vehemente tu aroma me nubla los sentidos.

Quisiera gritar en un púlpito de mares,
mas las notas se extravían,
o quizá ya centellearon fugaces como rayos.

Fuiste mía,
como un racimo boyante de luciérnagas,
como una prosa cargada de infinitos.

Instante solemne.

No existe amor más intenso que en otras venas
transite.

¡Ay mujer!

Alejasteis de mí tu cuerpo,
la candidez alucinante de tus poros,
la mirada que mi voluntad domina,
tus ojos que nutren mi baliza,
esos candores infinitos que eran amaneceres en mi
pequeña guarida
y voces que en mi cielo flotaban.

Hoy, sin tu imagen centinela,
yacen extintas.

Desolaciones

Los afluentes de la noche deambulan,
ebrios de bohemias.

Buscaron topar su designio,
pero el diván fue efímero.

Y sólo un lamento a lo lejos,
fractura la jornada.
La luna adúltera festeja,
la brisa crepita, divaga,
y los astros
son inmunes,
habitan los ojos
decantan,
irrumpen,
advierten,
las aves del silencio.

La espesura torna victoriosa,
y engendra luceros el ocaso.

Vuestra comparsa habitará perenne,
rubricará columnas,
poseerá milicias,
santificará baladas agoreras.

Y aún espero que al alba

las gradas no me sean esquivas.

Sé que la cruz de madera,
no necesita mi presencia...

Sueños de obituario

Vientos platinados erigen mi semblante
los miedos en el centro reclaman la salida

en etéreas siluetas en fulgentes retinas.
la vida pulula como una ramera.

Amores de acero tatúan mi espina
se acerca el oeste, escondo el sigilo.

Lucubración de mi sigilo

El nicho me visita con su collar de navajas,
con su aroma sugestivo.

Busca afectos en los rostros de concreto
que pululan en mi villa.

Tal vez se viste de satín.
O flota como pluma.

Lo cierto es que su rumbo traza con astucia,
apresando cándidos que ignoraron
el color de la luna.

Ya es hora de retornar
a rescatar mis papiros,
a tabicar mi morada,
a desterrar mí reseña.

O tal vez a refrendar el ceño fútil,
del rostro que me fatiga...

El viaje

Sumido en vacilaciones mundanas
cabalgo iracundo entre nimbos
de embeleco,

ya todos cruzamos el océano,
pero el tiempo viaja a espaldas,

y las gaviotas de platino,
van en busca de sus huertos.

¿Quién quiere ser el primero
en escoltar la noche
que cuelga del lucero?

Tal vez hubiese necesitado otra era,
pero mis cercanos llegarían primero
pues la vida arrancó mi iris,
ofreciendo un puñado de oro
a quien animase peregrinar a mi lado,

aunque de tanto en tanto
me escolta la niebla,
pérfida cuando arriba a la
cumbre profunda,
manceba en momentos de fama,

y aunque la butaca vecina
prosigue virgen,
muchos son los que estrellarán lamentos,
porque un trapecio me cuelga como gollete,

errante

cuando las alturas alcanza,
quizás objetando mi etérea compañía,

mas

¿quién eres para creer que es cierto?

¿no titubeasteis en la acera vecina?

Y el tiempo acudió en mi amparo,
cúbreme presto, pues la estación avanza.

No quiero socorrer vuestro despiste,
mas bien, ampárame en tu designio.

Tal vez encontraremos tu morada
en la estación acaecida,

y la nieve bifurcará esos rostros,
con el halo que ustedes ofrendaron.

¿Quien dice que los dioses no lloran?

¿Si entre las siluetas venturosas
nacerá la proclama eterna?

La dádiva vana de los oportunistas.

Espero no me acompañes entonces,
pues mi letargo volaría eterno.

¿Y quien abrirá los templos?

Aunque todos lo esperen,
el hierro no forjará las manijas.

Tus pupilas latirán en certezas.
Como un compás al infinito
comprenderás que un orate te habla,

Sabrás que este viaje de ilusiones
tal vez ya recorrió tu tiempo.

Se busca compañero

Disculpe la torpeza compañero,
pero hoy una duda me asalta,
la revolución se tomó un recreo,
¿y usted no supo atajarla?

Disculpe la rudeza compañero,
pero mi fusil no aguarda,
¿sigue luchando contra el imperio
o ya no comulga en esta casa?

Disculpe la franqueza compañero,
pero le aclaro nuestra causa,
no nos vendimos a la diosa,
no nos entregamos en un rapto.

Disculpe la molestia compañero,
pero otra duda me asalta.
¿Por qué le veo de finas vestiduras
cuando la lucha nos aguarda?

Disculpe el yerro compañero,
pero creo usted no tiene ganas,
ayer fueron sus cantos y sus proclamas,
hoy sus autos y sus corbatas.

Disculpe la confusión compañero,

¡Pero aún tenemos patria!

Yo no lucho por el dinero,

y usted,

usted ya no es mi compañero...

Bebop nocturno

Notas sudosas irrumpen,
el metal lubrica en llantos.

Un bemol flota en danzas.

Augurio en voces fangosas,
los suspiros navegan,
el hechizo me alcanza.

Un solo deviene en arpegios,
un piano, vientos de cromo,

mi cigarrillo
se esfuma.

El saxo es de Parker...

Blue Moon

Blue Moon,
la humedad
de tus notas
copuló mi destino.

Blue Moon,
en un vaso de whisky
te fecundó
podrido.

Blue Moon,
el brusco adulterio
rayó mi
vinilo.

Blue Moon,
esa maldita voz
aun viola
mis sentidos.

Blue Moon,
¿quién gozó tus latidos?

Blue Moon,
Lady Day lo
susurró
a mi oído.

Blue Moon,
vuelve a tocar
tu último
silbido.

Blue Moon,
que sin tu cantar,
éste obituario
aún yace perdido...

Milonga del olvido

Fue al sol de la tarde esa,
con sus maletas y su auxilio,
escapando al torpe exilio
que aún la busca como presa.

Tuvo su feudo allá muy lejos,
fueron tiempos de grandeza,
entre tablas y entereza,
tuvo su trono con espejos.

Su voz era de fino linaje,
su canto encantaba a todos,
y con sus manos y sus codos,
honraba al viento y su forraje.

Logró esa noche escapar,
por San Telmo alguien la vio,
con sus recuerdos se cobijó,
balbuceando milongas sin parar.

Por Retiro aún transita,
va con su orgullo a pasear,
algunos le oyen cantar,
con esa voz que no marchita.

Hace mucho que la espero,
sueño su milonga y su bolero,
en un bar de Capital.

Soliloquio para la escogida

A la vera de las cornisas,
una tarde cualquiera,
con los velos de cenizas
huyó su gracia verdadera.

Nadie confinó su partida,
nadie caminó su ladera,
nadie tomó su guarida,
ni su temple, ni su manera.

Aún los laicos la bautizan,
en la escarpa de la cantera,
los mil soles la priorizan,
en los templos de madera.

Supo el médano de su hijo,
supo la villa de su testera,
las siembras tuvieron cobijo,
y a la viveza, la sordera.

El oriente gime su impronta,
la nostalgia hizo enredadera,
la impudicia asombra la coronta,
en los pliegues de su acera.

Dicen que vendrá de lunas,
esperando la primavera,
vendrá pregonando runas
para su estirpe certera.

Será el trono la alevosía
que adornará su pradera,
y en su verso la profecía,
masticará la torpe espera.

Oración

Padre nuestro,
busco tu nombre en mi voz,
y deserto de tu rostro,

como menesteroso
en azares de opulencia,

quisiera ver tus pupilas clementes,
mas brotan cristales de dudas,

será que mis ojos no te ven,
o mi brisa no te alcanza,

y todas las palabras te nombran,

todos los rincones son tuyos,
si hasta mi rostro lo dibujas,

pero como tormenta me nublo,

escucho voces,

a veces sueño venturas,
otras, habito tu mundo.

Quisiera ser pasajero,
recorrer tu historia

y es posible que te guié,
pero no soy más que una
letra en tu pluma.

Tal vez, falta la hoja blanca,
el tintero de mosaicas ilusiones,
ese murmullo catedrático
que ahuyenta herejes y paganos,

pero mis oídos danzan acordes
y tus notas son esquivas,

debí sumirme en bemoles,
pues la sordera me opaca,

gustoso bebería tu cáliz,
tal vez tenga un buen vino,

pero

¿a quien pasaré la llaves,
cuando bohemio
retorne a mi morada?,

más tengo la sensación
que allí estarás,
decorando mi esquina,
encendiendo mis velas,

espantando las tinieblas
que se fugan por los muros.

Pero no se van,
iracundas aguardan mis
flaquezas,
y esas

¡PADRE!,

abundan,
por eso hoy te aludo,
no se si gustéis de la poesía,
pero como un canto
en la arena,

DESPIÉRTAME

pues la ceguera me lleva...